Clines culturales
¿Para qué sirve el estudio del pasado? Además de la simple satisfacción de conocer, en mi caso, también para entender mejor el presente e intentar predecir por dónde irán los tiros del futuro.
En genética de poblaciones, un cline es un carácter de una especie que cambia gradualmente a lo largo de un área geográfica. Cualquier población presenta variaciones en el ámbito de su extensión territorial. Pues bien, en el campo de las ideas también hay clines. Este hecho se observa muy claramente en lingüística. Cualquier lengua varía geográficamente, generalmente de forma gradual. Pensemos en el castellano. Ya en la propia España tiene variedades, que se suelen diferenciar más conforme nos alejamos del núcleo de Castilla. Y todavía más si entre medio hay todo un océano atlántico y varios siglos de historia más o menos divergente (el caso de hispanoamérica). Si la diferenciación es lo bastante radical, nace una nueva lengua. Así se escindió el castellano del latín, como el portugués, el gallego o el catalán. El gallego y el portugués, vecinos geográficos, conservan un parentesco muy cercano, evidenciando un origen común. El catalán, con una ubicación geográfica intermedia entre el francés y el castellano, tiene elementos de los dos y, como es lógico, presenta más similitudes con el francés que el castellano con el francés.
El origen de las lenguas sigue un proceso muy parecido al que se produce cuando, biológicamente hablando, los clines de una especie dada divergen de tal forma que hacen imposible el cruce reproductivo con la especie originaria. El modelo de evolución de las lenguas reproduce bastante fielmente los modelos evolutivos biológicos. Pero no son sólo las lenguas las que copian este modelo de distribución con diferenciación, aunque aquí es especialmente patente. Cualquier otro sistema de memes que pueda ser analizado en múltiples componentes sigue esta regla. Por ejemplo, las tradiciones. Cualquier pueblo tiene sus costumbres tradicionales, que presentarán pequeñas variaciones respecto al pueblo vecino, y esas variaciones aumentarán de grado en función de la distancia geográfica, de la historia común y de los medios de comunicación que los unan. Pueden representarse como ondas concéntricas, como las curvas de nivel en los mapas topográficos.
Cuando nace un meme, éste tiende a extenderse territorialmente. Si tiene éxito, se expandirá mucho y rápido, en función de su capacidad de contagio, de su idoneidad cara a aportar alguna ventaja (al portador, a algún sector concreto de su sociedad o a ésta en su conjunto), y de los medios de comunicación que lo impulsen. Pongamos por caso el nacimiento de la agricultura. Su éxito fue tal que en unos pocos milenios sus ondas concéntricas se extendieron rápidamente en el Viejo Mundo.
Vayámonos desde un meme tan trascendente y generalizado como la agricultura a otro más localizado: el toreo. Todo el mundo hispano comparte la afición por la tauromaquia. Afición que se trasladó también a la América hispana. No obstante, hay variaciones importantes. En la periferia de la Península Ibérica, tanto en Portugal como en el sur de Francia, las corridas de toros pierden su carácter cruento, pues al final no se mata al toro. En Portugal y sur de Francia, las racionales leyes de defensa de los animales -algunos- se impusieron sobre la tradición, y difuminan el meme original, que incluía la muerte del animal. Con una sola excepción. En Portugal, un municipio resiste la ley portuguesa y permite la muerte del toro. ¿Adivináis dónde se localiza este pueblo portugués? Pues sí. Como era de esperar, en la misma frontera con España. El municipio se llama Barrancos, y está a escasos 3 kilómetros de Huelva. Mientras, el núcleo tradicional del toreo, España, resiste aún las embestidas del racionalismo europeo.
Otro ejemplo de cline cultural: en Turquía últimamente se está llevando a cabo un duro combate entre partidarios del estado laico y del estado confesional. Consecuencia de tener dos tradiciones diferentes: la europea laica y la árabe confesional. No es casualidad que Turquía se solape geográficamente entre ambas.
Como tampoco es casualidad que, en casi cada elección democrática, se produzcan resultados geográficamente no repartidos al azar, sino agrupados. Si fueran al azar, cabría esperar más frecuentemente una distribución tipo tablero de ajedrez, cosa que no suele ocurrir. Véase las imágenes de los resultados electorales de los dos últimos comicios presidenciales en Estados Unidos: las zonas republicanas (pro-Bush, en rojo) son prácticamente las mismas, y se concentran en la franja central. Mientras que las demócratas (pro-Kerry y pro-Gore, en azul), se extienden por las franjas costeras, tanto atlántica como pacífica. Hay excepciones, de acuerdo, pero la tendencia a la concentración geográfica de votos es clara. Y este esquema de agrupación de ideas en el territorio se repite muy frecuentemente.
-----------------------------------------------------------
Imágenes: la otra visión.