Tejidos humanos de 3.000 años en Menorca
Han aparecido en Sa Cova des Pas, un pequeño abrigo cerca de la localidad de Ferreries (isla de Menorca, Baleares) una serie de enterramientos excepcionales de la Edad del Bronce. En una primera aproximación, previa a disponer de dataciones absolutas, se cree que los restos tienen unos 3.000 años de antiguedad. Se inscriben en el periodo pretalayótico, entre el año 1.100 a.C. y 800 a.C.
En estas fechas no hay un hallazgo comparable en Europa en cuanto a su abundancia y calidad.
La excepcionalidad del hallazgo consiste en el excelente estado de conservación de los 50 cuerpos localizados hasta ahora y de los otros restos materiales del yacimiento. Un tesoro de tejidos blandos que proporcionará información detallada respecto al ADN de los antiguos pobladores de Menorca.
Además, se trata de una muestra variada de individuos de diferentes edades. Con lo que se podrán llevar a cabo estudios demográficos.
Aparecen, además de los restos óseos, tejidos vegetales, cuerdas, cuero y algunos elementos metálicos (anillos y espirales) de bronce y estaño. El estaño en concreto no es originario de la isla. Probablemente proceda de la zona atlántica. Lo que revela un notable intercambio comercial marítimo en una isla mediterránea.
En cuanto a los tejidos humanos, se conserva a simple vista -a la espera de confirmación en laboratorio- desde cabellos a tejidos musculares, partes de un pulmón (pleura), restos fecales en el intestino, e incluso materia cerebral (masa meníngea). Se ha podido determinar, en base a la materia contenida en el intestino, que la última comida de uno de los individuos fue vegetal.
También se ven patologías de columna y un tumor óseo avanzado. Eran de una complexión robusta.
El excelente estado de conservación de la materia orgánica sólo suele darse en climas muy secos (desiertos, por ejemplo las momias egipcias), enterrados en turberas anóxicas, o congelados (Ötzi, el hombre de los hielos, del que hablaré en un futuro artículo). En cualquiera de los casos, el número de hallazgos es muy escaso.
Ninguno de estos precedentes es el caso de Menorca, con un clima mediterráneo típico.
Así que de momento se apuntan dos hipótesis para explicar la calidad de unos restos tan antiguos: tal vez el microclima de la cueva ; o tal vez algún producto químico que sirviera para tintar pieles y con el que se impregnaron los restos favoreció esa conservación. Si es el primer caso, deberían aparecer otras cuevas con ese milagroso microclima. Si es el segundo caso, debería detectarse en el laboratorio.
Dice el arqueólogo Víctor Guerrero que "muchos de los individuos aparecen recostados en posición fetal envueltos en un sudario y ligado con cuerdas sobre una parihuela o camilla de madera conservada intacta". No hubo enterramiento, sino simple apilamiento de los cuerpos. La pupa de una mosca necrófaga encontrada en el individuo nº 1, llamado "Señor de la trenza" (ver foto 1) lo reafirma. Se desconoce también cómo trasladaron los cadáveres a un lugar tan inaccesible que ha posibilitado que no se haya descubierto durante todos estos siglos. La cueva se enclava en medio de un barranco calizo de 50 metros de altura. No sabemos si los cuerpos fueron descolgados desde arriba o izados desde abajo. En cualquier caso, la tarea no parece sencilla.
Hay para años de estudios. El fantástico yacimiento de Sa Cova des Pas acaba de empezar a balbucear, pero el panorama que dibujará en unos años dará una visión muy precisa de cómo vivían los hombres de la Edad del Bronce.