27.7.08

La grandeza de la pequeña Gran Bretaña

In Darwin we trust
Arriba, dólar americano. Abajo, libras británicas. Parece que los ingleses digan"In Darwin we trust" (En Darwin confiamos), más que en Dios.
Mientras que los estadounidenses, tras la independencia de Gran Bretaña, fosilizaron su religiosidad, en Gran Bretaña evolucionaron culturalmente en la misma dirección que Europa occidental, abriéndose al laicismo y relegando el tema divino al ámbito privado.
Lo paradójico es que EEUU, el país con las mejores universidades y los mejores investigadores del mundo, tenga un buen porcentaje de la población partidarios de la involución, más que de la evolución.

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Fuente: you.presscue.com. Via Menéame.

8.7.08

Furia tribal

La primera pelota conocida es egipcia, esa isla de innovación en medio del desierto prehistórico, y se jugaba con la mano. Y el más antiguo campo recuperado de jugar a pelota es maya. Los chinos, en el siglo IV a.C. también se dedicaron a esto de hacer rodar una bola. Con lo que probablemente la pelota se inventó varias veces y de forma independiente a lo largo de la evolución cultural.

Pero lo de hoy con el fútbol es sorprendente. Once individuos vestidos con colores llamativos tienen que atacar al enemigo, burlando sus defensas. Una especie de brujo, mezcla de líder espiritual y estratega militar, domina el cotarro desde el banquillo. Cada barrio, ciudad, región o país tiene su equipo, con el cual se sienten identificados muchos ciudadanos.
El juego es un combate territorial entre dos contendientes. En medio, hay un supuesto juez, encargado de hacer que se respeten las reglas. Paradójicamente, es el personaje más odiado y vilipendiado del terreno. Cada dos por tres el juego queda interrumpido por patadas, zancadillas y actuaciones no reglamentarias. En el fragor del combate, muy frecuentemente se traspasa la sutil barrera del rito, evidenciando el verdadero origen de la contienda, y se lían a insultos, escupitajos, bofetadas, patadas, cabezazos, mordiscos, o lo que más a mano se tenga con tal de agredir al contrario.





Cuanto más importante se considera un partido, más probable es que acaben a bofetada limpia.
Al ganar un equipo, se desata la alegría. Como cuando se gana una batalla. Significa que la sociedad de la que parten los contendientes se encumbra en la particular selección física de darle patadas a una bola para meterla donde los adversarios no quieren que se meta.
Los jugadores no sólo son portadores de la herencia genética de la sociedad representada. Además, se supone que llevan incrustados en sus colores los valores de cada cultura. El componente genético se ha difuminado con el tiempo, y ahora, con la globalización, prima más lo de los valores. Una sociedad potente, con una economía boyante, será representada por un equipo capaz de captar a los mejores jugadores, integrándolos en su cultura.

Los animales solitarios territoriales suelen proteger su parcela de territorio ante la invasión de competidores. Es relevante que, ante una pugna entre el llamémosle dueño del territorio y el foráneo, tiene muchas más probabilidades de ganar el animal local. Del mismo modo que el equipo visitante suele perder frente al local, cuando los campos, la profesionalidad y las características físicas son las mismas, sea uno visitante o local.

En resumen, el fútbol, el deporte con más seguidores del mundo, contiene una combinación de rasgos culturales que enciende los ánimos de las actuales tribus humanas hasta un punto tan irracional que permite que los mejores jugadores tengan a su disposición más recursos económicos que los mejores científicos, quienes realmente sí pueden aportar mejoras globales a la humanidad. Seguimos en la tribu. Grande, pero tribu.