25.5.08

Delicadeza digital chimpancé

Se ha dicho que sólo el ser humano es capaz de utilizar la mano y los dedos con puntillosa precisión. Operaciones del tipo de pasar un hilo por el ojo de una aguja, o la suave y comedida presión necesaria para manejar los instrumentos de un cirujano, son una exclusiva humana. Como si las terminaciones nerviosas de la mano humana, y las neuronas que la controlan en el cerebro, fueran un rasgo distintivo humano.

Realmente es difícil encontrar ejemplos en el mundo animal de delicadeza manual. Aquí hay uno que desmitifica esa exclusividad. Se trata de un chimpancé jugando al jenga, un juego que consiste en retirar piezas de una torre en precario equilibrio, procurando que no se desmorone. Si prescindimos del disfraz que le han puesto al pobre mono y de toda la escenografía antropocéntrica, podremos comprobar la precisión manual del chimpancé.




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Tras ver este vídeo, ya no puede defenderse que el control preciso de los dedos de la mano sea una característica que los humanos tengamos en exclusiva. Por consiguiente, hay que buscar más en el cerebro. No sólo en la parte dedicada a la mano. La inteligencia humana está más relacionada con la arquitectura cerebral en general, y en cómo las ideas se organizan en complejas redes neuronales, que en la posesión de una mano precisa.