Eureka, equilicuá, voilà. Lo tengo. A veces las cosas encajan, y ésta es una de ellas. Tras leer los últimos artículos acerca de los diferentes ritmos evolutivos que se dan por aislamiento en las islas, he tenido la impresión de que todo cuadra.
Quienes siguen este blog habrán advertido mi enfoque. La historia humana es una prolongación de la natural. En la historia humana, el férreo control genético que rige la vida animal a través de las conductas instintivas, se sustituye por el más flexible control de los memes que influyen en las conductas culturales humanas. La historia humana no es un compartimento estanco, separada del resto de la historia natural, sino que sigue un continuo. Sólo que en la historia cultural los genes son complementados por memes hasta tal grado que adquieren un rol principal. Los genes han delegado en los memes. Han construido cerebros grandes para almacenar y procesar ideas, y estas ideas entrarán en competencia y cooperación con el objeto de preservar los genes de una forma más eficaz y flexible que las viejas y anquilosadas conductas instintivas.
La competencia y, en algunos casos, cooperación entre genes en el marco de la evolución física, se reemplaza por la competencia y, en muchos casos, cooperación entre memes en el marco de la evolución cultural. En anteriores artículos he desglosado -y seguiré haciéndolo- las leyes de la evolución cultural, aún ambiguas e imprecisas, pero reales y verificables. Muchas de las reglas que sirven para la evolución biológica se cumplen también en la evolución de las sociedades.
Endemismos biológicos
Uno de los momentos clave en la gestación de la Teoría de la Evolución de Darwin fue su llegada a las islas Galápagos. Allí cuajó su conjunto hasta entonces un tanto inconexo de observaciones sobre la diversidad de la vida. Observó la variedad de especies en el mosaico de islas, en concreto en los numerosos tipos de pinzones. Y dedujo que las diferencias se debían a los variados medios de las islas, que favorecen, a través de la selección natural, adaptaciones concretas. Darwin pensó inicialmente que los pinzones eran simples variedades de la misma especie. La sorpresa llegó cuando, ya de vuelta de su viaje en Inglaterra, los ornitólogos que clasificaron los pinzones que trajo Darwin los asignaron a especies diferentes. Fue entonces cuando Darwin tuvo la certeza de que el origen de las especies se podía explicar a través de la adaptación y la selección natural.
¿Por qué en islas se produce esta diferenciación y no tanto en los continentes? Hoy, gracias al desarrollo de la Genética, lo sabemos con más precisión. Imaginemos una partida de cartas. Cuando una pequeña población se aísla, dispone de unas "cartas genéticas" diferentes de la población original. Su repertorio genético es menor. Con el tiempo, si el aislamiento persiste, las diferentes presiones adaptativas del nuevo medio darán lugar a un nueva combinación de cartas genéticas, que muchas veces se manifiesta en una variación física que a su vez puede materializarse, por divergencia, en la aparición de toda una nueva especie. En el transcurso de las generaciones, las diferentes mutaciones y las diferentes presiones selectivas de medios diversos tanto en las poblaciones continentales como en las aisladas harán que la brecha se ensanche.
De hecho, si queremos encontrar especies endémicas, vayamos a una isla. Australia, por ejemplo, alberga una fauna única debido a su prolongado aislamiento del resto de continentes. Sus caminos evolutivos han discurrido por lugares diferentes de los del resto del mundo. Su diversidad de marsupiales es más que extraordinaria, es única. Madagascar, con sus lemures. Las Galápagos, sus iguanas y sus tortugas. La isla de Flores, su elefante enano (que por cierto, otras variedades también habitaron Borneo y Sicilia), el dragón de Komodo o el discutido, de momento, Homo floresiensis. Otro ejemplo: las islas Baleares son también el escenario de especies características. Una de ellas es la desaparecida cabra enana Myotragus de Mallorca. Más: las islas Canarias tienen especies diferenciadas y únicas de lagartos, tanto más diferentes de la especie originaria cuanto más alejada se encuentra la isla del continente. Se ha especulado con la suposición de que si el Beagle hubiera recalado en las Canarias al inicio de su viaje -cosa que no hizo por haber una epidemia de cólera en las islas- tal vez Darwin habría percibido el origen de las especies mucho antes (entre el 30 y el 40 % de las especies terrestres canarias son endémicas, excluyendo protistas y moneras).
Endemismos culturales
Ahora veréis de dónde procede mi euforia. Pues bien, ¡la evolución cultural funciona con el mismo mecanismo! Aísla una sociedad el tiempo suficiente, y evolucionará culturalmente divergiendo de la sociedad raíz.
Si estoy en lo cierto, las tres reglas principales que los biólogos evolutivos han constatado en la evolución insular de las especies (-1.- el grado de diferenciación es directamente proporcional a la distancia de la población original, -2.- inversamente proporcional a la superficie de la isla y -3.- directamente proporcional al tiempo de aislamiento) deberían cumplirse para la evolución cultural. El porcentaje de endemismos biológicos debería dar una idea aproximada del porcentaje de endemismos culturales. En caso de discrepancia entre ambos criterios, algún acontecimiento histórico tendrá que explicar esa anomalía. He estado recopilando ejemplos para ver si tengo razón. Los iré desglosando en una nueva rama del blog: endemismos culturales. Empecemos.
Qué raros son en las islas. Daré unos pocos ejemplos de singularidades probablemente debidas a aislamiento insular, para no extenderme demasiado en un tema en el que espero profundizar en próximos artículos.Todos conocemos las peculiaridades culturales británicas: conducen por la izquierda o disponen de un sistema métrico diferente, por citar sólo dos rasgos de los más evidentes. La isla de Pascua (Rapa Nui), por ejemplo, tiene una sorprendente y única manifestación escultórica de grandes dimensiones, los moais.
Otro aspecto de la cultura humana donde se aprecian muy bien los cambios culturales debidos al aislamiento es la lengua, como han evidenciado los estudios de Cavalli-Sforza, entre otros investigadores, que aprecian una correlación entre la dispersión genética y el árbol lingüístico humano. La concreción del aislamiento como origen de memes lingüísticos nuevos se da en el archipiélago de las Filipinas, donde hay unos 70 idiomas distintos. En las Canarias, los nativos de la Gomera idearon esa forma de comunicación de sonidos llamada silbo gomero, consistente en silbar para emitir vocablos a través de largas distancias.
Y un caso nítido de cómo el aislamiento fabrica diferencias se da en la arquitectura prehistórica insular mediterránea. De hecho, fueron estas construcciones las que me hicieron ver que en las islas se cumplía un modelo de diferenciación muy parecido al biológico. En las islas Baleares hay manifestaciones arquitectónicas únicas: los talayots, las navetas y las taulas (estas últimas exclusivas de Menorca) . En Cerdeña se dieron los nuragas. Son construcciones simples, pero originales. Tantas singularidades no pueden ser fruto de la casualidad. Mi ignorancia en otras culturas isleñas no me permite profundizar más de momento. Aún estoy en la fase de recopilar datos.
Sin embargo, a primera vista, se observa que las culturas de algunas islas no parecen haber divergido mucho. Los polinesios, los aborígenes australianos, los habitantes de las islas Andamán y Nicobar, Java, Borneo, Madagascar o Hawai, por citar algunos ejemplos, no aparentan tener unas diferencias culturales comparables a sus endemismos biológicos. Aunque hay diferencias, el grado de particularismos no parece extraordinario.
Esta aparente objeción puede explicarse por varios factores. Primero, la abundancia de recursos naturales de estas islas. Sabemos que la inteligencia instrumental (al menos ésta) nace de la crisis. Si hay comida abundante, cosa que suele darse en territorios con gran perímetro costero, que dispone de marisco y pescado, la innovación aquí no es tan necesaria. Además, numerosas islas están en latitudes tropicales, y esto implica un clima benigno para la vida recolectora. Y otro factor es que si las islas fueron pobladas por navegantes expertos, cosa muy probable, el efecto isla se pierde por el hecho de que la navegación implica comunicación, y por tanto, posible dilución de las especificidades.
Por otro lado, un factor de método como la dificultad de cuantificar las diferencias culturales hace que sea subjetiva la valoración de qué cultura o idea es peculiar, y en qué grado. Pero estoy seguro de que un estudio antropológico en profundidad detectaría un cierto gradualismo de costumbres entre la pléyade de archipiélagos que hay entre la costa asiática y Oceanía, donde creo que se concentran la gran mayoría de islas del mundo. Un gradualismo similar al que se observa en las familias lingüísticas. Y un gradualismo parecido al que acabaremos detectando cuando afinemos en la caracterización genética de esas poblaciones. Sin despreciar las especificidades históricas que en cada campo (cultura, lengua, genética) hayan podido alterar el denominador común de fondo.
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Foto 1.- Moais de la isla de Pascua.
Foto 2.- Taula de Torralba d'en Salord (Menorca).
Foto 3.- Naveta des Tudons (Menorca).