16.6.05

Los límites de la inteligencia animal


Desde que vengo recopilando ejemplos de inteligencia animal, la idea de que los memes no son exclusivos del hombre ha ido cada vez consolidándose más. Hasta el punto de que no veía los límites a su aplicación en los animales. Es momento de echar el freno.

Hasta ahora, todo comportamiento animal ha sido atribuido al instinto. Hoy en día, la Genética es cada vez más capaz de concretar esta explicación, localizando los genes que intervienen directamente en la conducta. Sin embargo, no parece que de momento se hayan determinado esas raíces instintivas de la conducta animal.
La explicación instintiva sigue siendo la más general, aún careciendo de una base empírica sólida. El instinto ha sido el saco en el que se ha metido todo
, a pesar de que tenemos cada vez más pruebas de transmisión cultural. Era el momento de replantear la situación y de ver hasta qué punto el grado de inteligencia animal podría explicar muchas de las refinadas conductas animales.

Pero, entre todas las conductas complejas atribuidas al instinto, hay dos fenómenos clave que se rebelan contra la inteligencia animal: la construcción de nidos y el lenguaje de las abejas.
No veo cómo la construcción de los nidos -por ejemplo los de las aves-, algunos de sofisticada arquitectura, pueda tener una base que no sea totalmente instintiva, en nuestro estado actual de conocimientos.


Las crías nacen cuando el nido ya está hecho, y se van del nido sin ver cómo sus padres lo elaboran. Los aparentemente rudimentarios códigos de comunicación de la mayoría de las especies no apuntan a que los padres enseñen "mediante lenguaje" la construcción de nidos.

Y luego está el contundente argumento de la danza de las abejas.
La abeja común
Apis mellifera ejerce una danza sumamente sofisticada para informar de la ubicación de sus fuentes de comida. Según cómo se mueve cuando llega a la colmena, indica los distancia y la orientación de la fuente de néctar. Y según la intensidad de sus movimientos, el recurso será más o menos abundante.
Desde que Von Frisch describió este lenguaje, descubrimiento que maravilló al mundo y que le valió el premio Nobel, se han sucedido los estudios acerca del origen de esta forma de comunicación simbólica, según muchos autores la más completa si exceptuamos el lenguaje humano. Los últimos estudios apuntan hacia una fuerte base genética. La evolución de este lenguaje, y de sus dialectos, es fácilmente explicable atendiendo a simples reglas mendelianas.
Si algo tan sofisticado como el lenguaje de las abejas o la construcción de nidos es totalmente instintivo, el aprendizaje memético se ve claramente limitado. Hay que reconocerlo.
Nos queda la tarea de definir los límites del comportamiento memético, y por qué en algunas especies se da y en otras no.

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