
Los británicos tienen costumbres extrañas a la luz del resto de europeos. No les basta con usar un sistema métrico diferente y un sistema de pesos propio. Además, sus carreteras son zurdas. Y encima no quieren saber nada del euro. Gran Bretaña sólo dista unos kilómetros del continente, y sin embargo han desarrollado unas singularidades culturales evidentes.
España (a excepción de las islas) está en una península, o sea, casi una isla. Además, el istmo que la separa del continente es una cordillera, los Pirineos, lo que acentúa el aislamiento. Esto permite explicar, también, las notables diferencias que presenta respecto a los países de Europa Occidental. En España, como en Inglaterra, también hay muchas peculiaridades: hay toreo, horarios laborales y de comidas diferentes, o ancho de vía propio, por citar una pocas. Algunos clines culturales europeos sufren una sacudida al cruzar barreras geográficas (como el Canal de la Mancha o los Pirineos)... y se transforman.
Por ejemplo ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué los números del calzado no se expresan en simples centímetros? Para encontrar la respuesta hay que acudir a la azarosa historia. Tradicionalmente cada gremio, a nivel nacional, tenía sus propias medidas. El que se impuso en Europa fue el francés, gracias a la ocupación napoleónica. Con al menos dos excepciones. ¿Adivináis cuáles? Pues sí, Gran Bretaña y España.
En Gran Bretaña, acostumbrados a ir a su bola, y lejos de la influencia napoleónica, siguieron -y aún siguen- con su propia numeración del calzado. Desviación que han seguido sus herederos culturales, los estadounidenses, aunque con alguna variación, debida, claro que sí, a la barrera geográfica atlántica y a la evolución cultural diferente tras la independencia de la metrópoli. Y España, como no es una isla del todo, adoptó la numeración europea, pero con un número menos. O sea, que un zapato del 42 en Europa Occidental, en España era un 41. Esta discontinuidad española no se solucionó hasta que se introdujo recientemente una normativa europea en la que se aconsejaba unificar las medidas, cosa que se hizo. Pero en Gran Bretaña siguen a la suya. Curiosamente, en Japón, otra isla, (donde no se da propina nunca a los camareros, o se hacen huelgas extrañísimas que consisten en trabajar más, además de un montón de otros endemismos culturales) se utiliza el sistema más lógico si prescindimos de la atribulada historia. Miden las tallas de pie en centímetros. En este caso han esquivado el aislamiento, gracias a la cultura global que les facilitó el Sistema Métrico Internacional.
Son bonitos ejemplos de que las culturas -de forma similar a las especies biológicas- evolucionan singularmente cuanto mayor es el aislamiento. En ambos casos, el flujo de información (genética en las especies, memética en las sociedades) queda interrumpido, dando como resultado unas combinaciones diferentes.
Foto: Funny Pictures.