4.10.08

Democracia melífera

enjambre de abejas

Cada primavera, si las condiciones son idóneas, la mitad de las abejas (Apis mellifera) de una colmena abandonan su enjambre materno para fundar una nueva colonia. La antigua reina les acompaña. Son las abejas exploradoras las que elegirán la localización de la nueva colmena. Y lo hacen con un método que podríamos denominar "democrático" (1):


"La decisión no es nada fácil, pues a menudo la supervivencia de una colonia depende del emplazamiento del nido y por ello no tiene nada de extraño que las abejas, que lo han abandonado todo para iniciar una nueva vida, se muestren muy selectivas y exijan al lugar elegido unos requisitos mínimos. ¿Cómo descubren el emplazamiento idóneo y eligen el óptimo cuando existen varias posibilidades?"


El método de elección es el siguiente: varias decenas de exploradoras salen del enjambre provisional, ubicado en las inmediaciones de la antigua colmena, y visitan las localizaciones candidatas. Después regresan al enjambre provisional, y bailan para indicar el lugar exacto que han visitado. La intensidad de su danza da una idea de la idoneidad del emplazamiento: tamaño adecuado, orientación, nivel de resguardo, etc. De manera que cada exploradora otorga lo que podríamos calificar de "puntuación". Así, después de muchas idas y venidas, en las que cada exploradora visita los lugares que las demás exploradoras han señalado, poco a poco las posibles localizaciones se van reduciendo, quedando solamente las mejores, hasta que al final sólo queda una. Y hacia allí es para donde parte el enjambre a fundar la nueva colmena.

En los experimentos realizados por Lindauer (discípulo de Karl von Frisch, descubridor del significado de la danza de las abejas) las abejas acertaron en el 90% de los casos, de entre unas 20 localizaciones posibles, a juzgar por el éxito de la colmena y de lo que los entomólogos consideran los mejores emplazamientos. Así cuenta Martin Lindauer una de sus observaciones de la colonización de una nueva colmena:

"Durante los tres primeros días no se llegó a ningún acuerdo. En el mejor de los casos parecía que las preferencias se inclinaban hacia un lugar situado a tres kilómetros hacia el norte. Al cuarto día creció considerablemente el interés por otro alejado 350 metros en dirección sudeste; aunque continuaron presentándose otras opciones, su número fue disminuyendo progresivamente hasta que, por último, todas las exploradoras coincidieron en señalar hacia el emplazamiento del sudeste. Al quinto día, cuando después de hacer callar a los disidentes se había llegado, al parecer, a un acuerdo unánime, el enjambre se disgregó con un tremendo alboroto y al cabo de varios minutos se reunió de nuevo en el campamento para, a continuación, volar como una nube gigantesca hacia el sudeste. Seguimos al enjambre y vimos cómo se posaba en unas ruinas situadas a 350 metros. Uno de los muros presentaba un hueco muy a propósito para instalar la colmena."
Y allí la instalaron. Los años futuros demostraron que había sido una buena elección.

Es una elección no sólo cuantitativa. También cualitativa. La intensidad del baile indica las ganas que la abeja tiene de que se escoja su opción. A mayor idoneidad del sitio, mayor intensidad del baile. Esta sorprendente, casi siempre acertada y aparentemente "racional" forma de decidir de las abejas ha llevado a plantearse a algunos si no sería aplicable este método a las elecciones democráticas en las sociedades humanas. Existe un movimiento a favor de este tipo de voto. Se llama "range voting"(voto por puntuación). Sus promotores plantean que, en vez de depositar nuestro voto indicando un sólo partido, sería mejor puntuar, en una lista de todas las opciones, cada uno de los partidos que conozcamos. Así se evitaría -según sus partidarios- que llegaran al poder partidos radicales, rechazados por la mayoría. Un método similar se emplea en la designación de las ciudades olímpicas por parte del Comité Olímpico Internacional. Como ejemplo, se cita que Hitler no habría llegado al gobierno alemán con este método.

También hay diferencias importantes entre la elección de colmenas y las elecciones democráticas humanas. Por ejemplo, las abejas no todas votan. Sólo lo hacen las exploradoras. Si tuviéramos que extrapolar a las sociedades humanas, sería algo así como que sólo pudieran votar los politólogos. Pero no sería válido, puesto que en las sociedades humanas, el componente egoísta es importante. Eso podría llevar a que los expertos en política escogieran en su propio beneficio, no en el de la comunidad. Mientras que, en los enjambres, el destino de las exploradoras será el destino de la colmena. Otra diferencia es el número de variables involucradas, que en el caso humano es mucho mayor.

Lo cierto es que no sé si la idea es descabellada. Habría que testarla. No me negaréis que el depositar una papeleta con el nombre de un partido cada tantos años no es una forma un tanto pobre de representación democrática. Yo preferiría puntuar de alguna manera a los partidos que conozco. Así, los partidos con programas lesivos para la mayoría quedarían, digamos, más retratados. Tal vez sea una utopía, o una barbaridad, no lo sé. El voto ganaría en calidad, matices y poder informativo. Pero también hay que decir que con el sistema democrático occidental no nos ha ido mal.

La biónica o biomimética ya ha hecho algunas aportaciones relevantes al avance de las sociedades humanas. Sería toda una sorpresa que la selección natural hubiera llegado en este caso a resultados que la selección cultural aún no ha descubierto. Si alguien conoce argumentos en contra, agradecería que los expusiera.






(1) Heribert Schmid:
Cómo se comportan los animales. (1986) Ed. Salvat.
Foto: Enjambre de abejas a la espera de encontrar ubicación para la colmena (Fuente: Wikipedia Commons).