Bueno, va, te doy papaya
Un grupo de chimpancés machos salvajes que habitan en los alrededores de Bossou (una aldea de Guinea) tiene la costumbre de robar papayas. Las papayas las cultivan los lugareños, así que no les hace mucha gracia el robo. Y los chimpancés lo saben.
Cada vez que tienen que acometer una de sus incursiones, los chimpancés se muestran nerviosos. Se rascan repetidamente -síntoma de inquietud- dudan, pero se lanzan al hurto. El rascarse de forma contundente se interpreta como expresión de ansiedad. Los chimpancés se rascaban hasta 4 veces más antes de hacer una incursión por papayas, que cuando sólo recolectaban comida silvestre. Aún así, osan aventurarse, aunque tengan otra comida de más fácil acceso disponible. A riesgo de la bronca del agricultor.
¿Por qué se arriesgan? No sólo se trata de impresionar a las hembras al hacerse con la "fruta prohibida" (que seguramente también). La investigadora Kimberley J. Hockings y sus colegas de la Universidad de Stirling (Reino Unido), quienes han seguido durante dos años estos chimpancés de Bossou, vieron que, al volver al grupo, el chimpancé ladrón compartía su botín. ¿Adivináis con quién lo compartía? Normalmente iba a parar a hembras, casi siempre en edad reproductiva. Un ejemplo: una hembra especialmente dada a recompensar sexualmente a los que le regalaban la papaya, recibió el 50 % de las donaciones. Podéis ver el vídeo de una de las comidas compartidas aquí.
Se conoce ampliamente que los chimpancés suelen compartir la carne de los monos que ocasionalmente cazan. Es un hábito social que refuerza alianzas. Pero muy raramente ceden las plantas silvestres que comen, a pesar de constituir la mayor parte de la dieta. El estudio de Kim Hockings es la primera prueba registrada del uso de plantas cultivadas como trueque. La autora propone que la expansión de los cultivos humanos, que reducen las posibilidades de abastecimiento de los chimpancés, provoca esta variación en el objeto de intercambio. Si las plantas son papayas cultivadas por humanos, eso merece ser compartido. No queda claro si se escoge las papayas porque tienen un valor nutritivo superior a la comida silvestre, o porque simplemente presentan un riesgo adicional, con lo que el mérito es mayor. Algún medio de comunicación ha titulado la noticia como "Incluso las chimpancés aman a los 'chicos malos'". En cualquier caso, es un tipo de intercambio muy extendido entre humanos. Desde el canje de dinero u objetos de valor por sexo, pasando por muchas heroicidades cometidas para captar la atención del otro sexo, o los regalos especiales que se dan a las parejas potenciales, hasta las dotes matrimoniales, pueden interpretarse como manifestaciones de esta conducta. Sea consciente o no el autor.
.-Foto: Chimpancé de Bossou subiendo a por papayas (fuente: PLOS One).
.-Artículo publicado en PLOS One.
.-Vídeo de Newscientist.
10 Memes sueltos:
He encontrado este blog casualmente y después de haber leído unos cuantos de tus posts antiguos, he de felicitarte, tienes un magnífico espacio, con noticias y curiosidades de lo más interesantes, tanto para quien es de ciencia como para el que no sabe nada del tema.
Creo que me voy a volver asiduo de tu espacio.
Gracias ;)
Existe algo así como una regla natural que nos hace valorar más aquello que se ha logrado con mayor esfuerzo, con independencia del valor "objetivo" del producto. El comportamiento se ha observado también en aves (desgraciadamente he perdido el enlace que profundizaba en este tema).
Para mí esta noticia es interesante porque adelanta algunos rasgos etológicos de la teoría económica del valor: la fuente del valor no sería tanto el tiempo "socialmetne necesario" de trabajo, para decirlo al modo de Marx, sino la recompensa que es capaz de obtener; en este caso, parece que el favor sexual de las hembras.
La bitácora es muy interesante, la he incluído en mi blogroll.
En cuestión de echarle un par al asunto, los arácnidos
nos dan un repaso de padre y muy señor mío a cualquier, no ya primate, sino mamífero de pro.
Gracias, Eduardo. Tu blog también me gusta. Creo que tenemos algunos intereses comunes.
Equilicua, qué enlace más chulo. No conocía ese dimorfismo de conductas entre macho y hembra en arañas.
Me ha impresionado la observación: "Los machos viven mucho menos tiempo que las hembras; algunos machos, directamente, no comen. Su "objetivo" cuasi excluyente es copular." Y también lo de los regalos a las hembras. El fenómeno está mucho más extendido de lo que pensaba.
Todo esto es interesante, sí, pero al fin y al cabo nada más que una reductio ad simium. Si los hombres fuéramos tan perfectamente racionales como los simios, la humanidad vendría a ser una proyección geométrica, sólo que optimizada, de lo simiesco.
Yo dudo de esta tesis. Y seguiré dudando hasta que me muestren actitudes completamente inútiles y hasta perjudiciales de los simios, pero aun así queridas y comúnmente efectuadas por ellos. Porque un hombre antisocial y un mono antisocial no son magnitudes comparables. Sólo en el hombre lo sociable equivale a lo racional.
No siempre lo sociable equivale a lo racional.Es más, a veces un gregarismo extremo conduce a barbaridades.
En el hombre son siempre términos equivalentes, si entendemos por actitud sociable aquella que tiende a buscar el mayor beneficio propio por los medios menos lesivos. No hay misterio aquí, ni gato encerrado. Por definición, lo más lesivo para un ser social que vive en sociedad es obrar antisocialmente.
"Seguir a la masa" (una forma de desindividuación) no tiene mucho que ver con la sociabilidad, que se caracteriza ante todo por ser una actitud responsable ante instancias superiores al mismo individuo.
Dicho de otra manera: las posibilidades que un macho dominante tiene de escapar a la venganza de sus congéneres simios son infinitamente mayores que las de cualquier criminal de nuestra especie, incluso en culturas subdesarrolladas y semisalvajes.
Spinoza dejó escrito que el hombre es lo más útil para el hombre. Esto no se aplica a ninguna bestia, cuya utilidad máxima reside en ser fiel al instinto y perfeccionarlo. Da que pensar, por otro lado, que la sociabilidad humana tenga tanto de instintivo como de contrainstintivo.
Muy inteligentes, sea cual se la espécie a las hembras les gusta ser galanteadas y conquistadas, así que me quedo perpleja al comprobar que se trata de comportamientos muy atávicos y nosotros que cremos haber evolucionado tanto, jajajja.
Un saludo.
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