En 1995 unos submarinistas descubrieron unos extraños círculos en la arena del fondo marino japonés, en la costa de la isla de Amami-Oshima, en la Prefectura de Kagoshima, a unos 20-30 metros de profundidad.
Los enigmáticos círculos aparecían y desaparecían, y reproducían patrones geométricos, un poco a modo de los famosos "
círculos de las cosechas", esa muy probable tomadura de pelo que ha servido para nutrir magufos una buena temporada.
Su origen permaneció desconocido durante más de una década. En 2011 el equipo de
Hiroshi Kawase por fin descubrió su origen: el causante es un pequeño pez, una especie recién descubierta de pez globo,
Torquigener sp. (Tetraodontidae). Los machos de estos pequeños peces crean estas formas geométricas aleteando laboriosamente con el sedimento del fondo marino. Excavan valles y montañitas de forma radial. Aunque el pececito solo mide 12 cm., los círculos tienen un diámetro de
2 metros. Además, comprime partículas finas de arena en el centro del círculo, dibujando patrones irregulares.¿El motivo? Atraer a las hembras.
Aquí tenemos varias fases de la construcción de los círculos:
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Imagen: Y. Okata.
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La foto
a es cuando el círculo está en la fase inicial. En la foto
b el círculo está avanzado, y en la
c ya acabado. La foto
d es de una semana tras el desove. Las fotos se tomaron desde finales de Junio a Julio del 2012. La construcción le lleva de 7 a 9 días.
Y aquí el protagonista: un macho de
Torquigener excavando un surco con sus aletas (23/4/2012).
En este vídeo,
Torquigener macho en acción:
En un estadio avanzado del constructo, cuando el macho prevee que la hembra puede acercarse, dibuja las sinuosidades y aplana la parte central, y decora con conchas y trozos de coral la parte externa. Como diciéndole a la hembra: "Mira qué sobrado voy. Mira cuánta energía puedo dilapidar." Todo con el objetivo de que la hembra deposite sus huevos en ese centro, si le gusta el apaño. Allí, el macho los fertilizará.
Pero no acaba aquí el asunto. Según los autores del estudio, la estructura circular por sus propiedades hidrodinámicas permite que el agua se canalice de manera que las partículas finas tengan más tendencia a depositarse en el centro, con mayor independencia del sentido de la corriente. Al parecer, según apuntan los autores, las hembras prefieren hacer la puesta en arena fina.
Y semejante dispendio energético para que, tras la puesta, al cabo de
unos días la estructura desaparezca por la erosión de las corrientes. Es probable que los machos no hagan mantenimiento de los círculos, a pesar del esfuerzo realizado, porque se haya agotado la fuente de sedimento fino de alrededor, y haya que buscar nuevas ubicaciones para regenerar esa materia prima.
Toda una sobrada que, además de una original manifestación de creatividad dentro de las conductas nidificadoras, es una destacable obra de hidroingeniería.
Fuentes: 1.-
Scientific American.
2.-
Nature.
3.-
Researchgate.