4.7.10

Humboldt y la geofagia

Es admirable la curiosidad y dedicación de Alexander von Humboldt por conocer a fondo el mundo que le rodeaba, en tiempos en que la observación científica y sistemática sobre el terreno estaba en sus inicios.

Humboldt partió a América en 1799. Antes, ya había recorrido España, estableciendo por primera vez que su relieve interior era una meseta. Faltaban unas décadas para que en 1831 zarpara el Beagle con Darwin a bordo. Dos libros de cabecera acompañaban a Darwin: uno, los "Principios de Geología" de Charles Lyell. El otro, la "Narrativa Personal", de Humboldt. El propio Darwin reconoció que éste era uno de los dos libros que más le había influído. El joven Darwin escribió en el Beagle: "Antes admiraba a Humboldt. Ahora casi le adoro". Al volver a Inglaterra, le pidió a sir James Hooker que le dijera a Humboldt que "toda la trayectoria de mi vida se debe a haber leído y releído de joven su 'Narrativa Personal'". En el manuscrito de viaje de Darwin, Humboldt es el científico más citado, un total de 16 veces, por 6 de Lyell.


El mismo perfil personal de Humboldt, el de un noble que abandona una vida de lujos sacrificándola por una insaciable ansia de explorar el mundo y descifrar sus leyes, aún a pesar de las numerosos peligros e incomodidades que conllevaba, es el modelo a seguir por el joven Darwin. La ambición por conocer cualquier campo de conocimiento del mundo natural es otra característica en la que Humboldt precedió a Darwin: le interesaba la geología, la climatología, la botánica, la zoología, la geografía física, la sismología, la astronomía, la topografía, la antropología, etc. De modo parecido, Darwin tuvo que conjugar varias ciencias para obtener una visión general de la historia natural que le permitiera encajar las piezas de su Teoría de la Evolución. Queda claro que Humboldt fue una de las más importantes influencias de la obra de Darwin. Como cuenta Douglas Botting (1), las aportaciones del sabio alemán son muchas y notables.  Más de mil toponímicos llevan su nombre. Su ecología incipiente. La distribución geográfica de las plantas. El campo magnético terrestre. Las corrientes oceánicas. El alineamiento de los volcanes. La evolución de las cordilleras. Los mecanismos de los terremotos. Más concretamente: el valor del guano como fertilizante. La localización de los primeros diamantes fuera de zonas tropicales. Etc. Muchas importantes contribuciones a la evolución cultural humana. Todo el mundo conoce a muchos famosos de revistas del corazón, pero ¿cuántos han oído hablar siquiera de Humboldt? Y sin embargo, cada vez que se usan las palabras "isoterma", "isoclina" o "jurásico", se están empleando términos que él estableció.

Hecho este reconocimiento, son muchas las observaciones curiosas que plasmó en sus obras. Pero quiero destacar una sorprendente. El  5 de Junio de 1800, el grupo de Humboldt estaba remontando el río Orinoco, en la zona de los indios otomacos. La expresión que le causaron a Humboldt fue de extremo salvajismo. Pero lo realmente extraordinario de este pueblo es lo siguiente:

"Comen tierra, es decir, tragan cada día, durante varios meses, cantidades considerables hasta saciar su apetito, y esta costumbre no parece repercutir perjudicialmente en su salud. Son animales omnívoros en el más alto grado. Mientras que las aguas del Orinoco están bajas, subsisten con pescado y tortugas. Pero cuando crece el río se interrumpe la pesca casi por completo y entonces es muy difícil conseguir alimento. Durante este periodo, que dura dos o tres meses, los otomacos ingieren una asombrosa cantidad de tierra. Descubrimos pilas de bolas de tierra (de unos trece a quince centímetros de diámetro) en sus cabañas, amontonadas en pirámides de noventa centímetros a un metro veinte. Presentaban esto como su principal alimento durante el periodo en que rara vez pueden conseguir un lagarto, un rizoma de helecho o un pez muerto flotando en la superficie del agua"


Y no sólo eso, sino que incluso en la época en la que la comida abundaba, los otomacos de vez en cuando sacaban esas bolas de tierra cocida, que llamaban "poyas", para rasparlas y consumir su polvillo.
Asombroso que una población sea capaz de subsistir comiendo tierra. Sabemos que muchas especies complementan su dieta con arcillas o tierras. Pero personalmente desconocía que este mismo fenómeno era aplicable a los humanos. Es, pues, otra de las conductas en las que convergemos. He indagado, y resulta que la ingesta de tierra en forma de "tabletas" cocidas no es infrecuente, y tenemos testimonios arqueológicos, históricos, e incluso actuales. En mercados de Bolivia se vende hoy varios tipos de tierra cocida como alimento, y en el santuario mejicano de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos (Jalisco) como receta milagrosa. Se han hecho algunos análisis para ver la composición de estas bolas de tierra, y los resultados apuntan a que se incorporaba a la arcilla algunas grasas o harinas que harían su ingesta más nutritiva. No obstante, hay quien defiende que comer estas bolas de tierra sin más aderezo aportaría oligoelementos que por sí solos justificarían su ingestión. En cualquier caso, la geofagia es una conducta que demuestra una vez más la elevada capacidad de adaptación de los humanos.



(1) Fuente principal: Botting, Douglas (1982): Humboldt y el Cosmos.Barcelona: Del Serval.
Imagen 1: Humboldt y Bonpland al pie del volcán Chimborazo. Óleo de Gemälde von Friedrich Georg Weitsch (1810)
Imagen 2: fabricando tortas de tierra en Haití. Fuente: The People. Vía: mi+d.

Imagen 3: vendiendo las tortas en Haití. Fuente: Haiti Hope. Vía: mi+d.